En su esperada rendición de cuentas, el director saliente de la Caja de Seguro Social (CSS), Enrique Lau Cortés, dejó entrever un panorama preocupante al confirmar la presencia de mafias operando dentro de la institución.
Lau, quien ha estado bajo el escrutinio público debido a la crisis de la CSS, aseguró que su gestión ha sido clara y transparente, y destacó su respeto hacia el presidente José Raúl Mulino.
«Yo respeto al presidente», sentenció Lau, intentando disipar las sospechas de que la relación entre ambas figuras podría estar interfiriendo en las decisiones críticas que afectan al sistema de salud pública en Panamá. Sin embargo, lo que más destacó fue su admisión abierta sobre las mafias.
Esta revelación, aunque impactante, no sorprende a quienes han estado siguiendo de cerca los crecientes escándalos y denuncias de corrupción en la CSS.
Durante años, se ha hablado de prácticas ilícitas, desde la adjudicación de contratos hasta la distribución de medicamentos, pero hasta ahora ninguna administración había aceptado públicamente la existencia de estas redes.
Por otro lado, ofreció un balance de su gestión al frente de la institución, describiendo su administración como un ejercicio de «disciplina y prudencia».
Según el director saliente, la disciplina fue clave para hacer frente a los desafíos.
No obstante, la realidad que perciben miles de panameños que dependen de los servicios de la CSS pinta un panorama muy distinto. Las largas filas, el desabastecimiento de medicamentos y la precariedad en la atención médica han sido constantes bajo su mandato, lo que ha generado una creciente insatisfacción.
En este contexto, las declaraciones de Lau Cortés se sienten desconectadas de la realidad que enfrentan diariamente los ciudadanos panameños. El legado de su gestión quedará marcado por una serie de promesas incumplidas y la percepción de que, más que disciplina y prudencia, lo que ha destacado es la falta de visión y voluntad política para enfrentar de raíz los problemas de una institución vital.
El director de la CSS, también reveló que al asumir el cargo encontró a la institución con deudas superiores a los 44 millones de dólares con gremios de salud. Sin embargo, afirmó que deja la administración sin esos deberes pendientes, tras haber saldado las obligaciones financieras que heredó.
Entre las declaraciones más impactantes fue asegurar que deja la institución con un abastecimiento de medicamentos superior al 90%.
Al asumir el cargo, según sus propias palabras, la CSS tenía un índice de abastecimiento de apenas el 69%. Estas cifras, que podrían interpretarse como un logro significativo, han sido recibidas con escepticismo y críticas por parte de la ciudadanía.
Para los miles de usuarios que frecuentan las farmacias de la CSS, la realidad parece muy distinta. Las quejas sobre la falta de medicamentos esenciales, desde analgésicos hasta tratamientos para enfermedades crónicas, han sido una constante a lo largo de los últimos años. Si bien el director saliente destaca una mejora cuantitativa en el inventario, muchos se preguntan: ¿dónde están esos medicamentos que supuestamente ahora llenan los estantes?
No es la primera vez que se recurre a estadísticas para pintar una imagen más positiva de la realidad, pero los pacientes, que se ven obligados a recurrir al sistema privado o a comprar medicamentos que deberían recibir gratuitamente, perciben este discurso como un intento de maquillar una situación crítica.
Otra de sus declaraciones que impactaron fue asegurar que en la CSS no hay «botellas», afirmó que sus directores le han confirmado que no existen empleados cobrando sin trabajar. «A menos que sean cómplices», advirtió.
Estas declaraciones surgen en medio de persistentes denuncias de corrupción y clientelismo en la entidad, lo que ha provocado que varios sectores cuestionen la veracidad de sus afirmaciones.

